Con los tacos por delante #11: Sergio del Molino y una tal España
Con los tacos por delante #11: Sergio del Molino y una tal España
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Sergio del Molino ha escrito un brillante ensayo o una brillante novela con el título ‘Un tal González’ creyendo de verdad o haciéndonos creer que trataba sobre Felipe González cuando en realidad va de nosotros, de nuestra democracia cuando no era más que un bebé frágil, de una nación que se buscaba a sí misma con pasión y violencia. Seguramente ‘Un tal González’ debería haberse llamado ‘Una tal España’.
Este brillante ensayo o esta brillante novela, dejémoslo en esta brillante narración, no va sobre quién es ni quién fue Felipe González, qué va, sino de qué fue para todos nosotros, incluso para aquellos que no le recordamos gobernar y que ni siquiera le votamos, no por convicción política o ideología contrarias, sino porque ni siquiera teníamos edad para quedarnos solos en casa. ¿Cómo íbamos a pensar siquiera en quién era o qué significaba el tercer presidente del Gobierno tras cuarenta años de dictadura?
Yo, que nací en 1988 y que mis primeros recuerdos de política nacional lucen el bigote acampanado de José María Aznar, me acerqué a este libro con súbita curiosidad tanto por el autor, al que leo y escucho, como por el protagonista, por el que tan sólo había sentido hasta entonces una silenciosa y sólida indiferencia. He descubierto ahora a un Felipe con una carga de significado muy poderosa tanto para el socialismo al que enamoró como al que tuvo que traicionar, tanto para la izquierda a la que aglutinó como a la que se cayó en el camino, tanto para la España que le adoraba como a la que sucumbió a la duda tras catorce años de gobierno. Le doy, no obstante, cierta distancia a un personaje que no es protagonista ni de un brillante ensayo ni de una brillante novela, sino de las dos cosas al mismo tiempo en un texto que armoniza tramos de ficción allá donde el escritor no puede llegar, con hechos históricos verídicos y comprobados.
Así las cosas, Felipe González sale asombrosamente ileso de una narración que no esquiva ni a ETA, ni al GAL, ni a Filesa, ni a la OTAN, ni al olor a neumático quemado en las ciudades industriales tras la reforma económica de mitad de los años 80, ni a la corrupción generalizada de los 90 que le rodeó e inevitablemente le salpicó.
Sorprende, no obstante, conocer al Felipe del brillante ensayo histórico manejado por la narración de la brillante novela, sobre todo al joven abogado sevillano que fue haciéndose poco a poco con el PSOE en el exilio, en una Francia a la que ni él ni su gente consideraba su casa. Sorprende conocer su ímpetu democrático, que contagió primero al PSOE en el exilio y después al PSOE patrio, al que revivió, y después a la izquierda que no recordaba serlo y por último a quienes no siendo de izquierdas le confiaron la modernización de su país, de su estado, de su bolsillo y de su futuro.
‘Un tal González’ gustará a los socialistas de cuna por obvios motivos, también a quienes votaron a Felipe aunque no necesariamente fueran socialistas de cuna. Gustará a quienes quieran conocer más sobre nuestra democracia y cómo se forjó nuestro estado el bienestar a base del tesón felipista y de cómo éste traicionó al partido, a la izquierda e incluso al tejido obrero para convertir a una tal España en el germen del país democrático, europeo y moderno que es hoy en día.
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