Con los tacos por delante #3: Otra historia desconcertante, confusa y maravillosa del astuto exfutbolista Gerard Piqué
Saber irse de los sitios es un arte.
Saber irse de los sitios es un arte. Manejar el tempo en una fiesta para abandonarla en el momento justo no está al alcance de cualquiera. Y no solo pasa en las fiestas: también en la política, en las empresas, en la música, en el fútbol.
Piqué se nos ha ido de improviso, cuando su retirada tan solo se vislumbraba a lo lejos como el amanecer lanza al cielo el primer grumo tenue de luz. Decidió marcharse en mitad de la temporada, tras un Osasuna-Barça intersemanal de noviembre, pero durante el Osasuna-Barça intersemanal de noviembre cambió de idea y pensó que lo mejor era retirarse en el descanso de un Osasuna-Barça intersemanal de noviembre.
Lo vi venir yo y lo vimos venir todos. Cuando Gil Manzano pitó el final de la primera parte y se fue para él, supimos que Piqué se estaba despidiendo. Lo confirmamos cuando nadie de su equipo le acompañó en una protesta de débil argumento. Tan sólo le siguió entonces una cámara, dibujando una metáfora demasiado evidente del final de su carrera deportiva.
El otro día se planteó un debate en un maléfico grupo de Whatsapp del que formo parte: quién ha sido mejor central, Piqué o Ramos. Me sorprendió que personas eminentemente madridistas, casi de altar a Mourinho y velas a Florentino, tuvieran dudas e incluso se incliranan levemente hacia Gerard. Este detalle ridículamente ínfimo habla a las claras de la trascendencia del primer gran central moderno, el que despachó la figura del 4 tosco y fuerte, de cintura granítica y patada en rodilla ajena. Impulsado por el fútbol de nuevo cuño que construyeron a pachas Rijkaard y Guardiola en el Barça, y Luis Aragonés y Del Bosque en la selección española, Piqué enseñó al mundo lo que un central educado con la pelota puede conseguir.
Pero también mostró lo que un futbolista puede hacer más allá: jugar en los medios, jugar en los negocios, jugar en la noche barcelonesa, jugar en la música, jugar en los eSports, jugar en el streaming, jugar en la política, y siempre en el afilado borde de la polémica. El multitasking le costó el respeto de muchos aficionados que, durante un tiempo, se dejaron llevar por su vorágine. Abrazaron a la estrella y olvidaron al futbolista.
Hoy, para quienes recordamos al futbolista, es un día triste. El primer gran central moderno se marchó de nuestras vidas en el descanso de un Osasuna-Barça intersemanal en el noviembre más raro de la historia, previo a un Mundial, autoexpulsándose escondido en el túnel de vestuarios, sin imágenes virales que le acompañen para siempre, acosando e insultando a un árbitro por un saque de esquina y una falta que era falta, y dejándonos para la posteridad otra historia desconcertante, confusa y maravillosa del astuto exfutbolista Gerard Piqué, un tipo que supo irse a tiempo.