

Descubra más de Los tacos por delante
Los tacos por delante #17: libros de fútbol
Esta semana hablamos de fútbol y de libros. Suscríbete y te cuento.
Lo que el artificio esconde
Dos meses después de que se hiciera público que la Fiscalía anda tras una serie de pagos que el FC Barcelona realizó durante casi veinte años al número 2 del Comité Técnico Arbitral, el máximo mandatario azulgrana consideró que ya estaba bien, que era el momento, que ya estaba todo ordenado, lo que estaba y lo que ya no estaba, lo que habían podido meter en cajas y en cedés y lo que habían preferido que no; consideró también que su gente de compliance, la gente de compliance del Barcelona, un departamento de compliance propio pagado por el Barcelona y formado por trabajadores del Barcelona; había terminado por fin de llevar a cabo su particular investigación, de la que, por supuesto, no se extrae nada punible.
Si acaso, como mucho, pueden reconocer una actitud levemente reprobable. Fue la única concesión que se atisbó de la comparecencia de Laporta, quien en un instante concreto, digamos de debilidad, mostró ciertas dudas sobre si le parecía ético haber pagado a una empresa de o a una empresa relacionada con Enríquez Negreira, repito, número 2 del Comité Técnico Arbitral hasta 2018. Reconoció el presidente-político, o mejor dicho el político-presidente, que a lo mejor ahora no se harían las cosas igual… pero que en cualquier caso la decisión la tendría que tomar su equipo de compliance, repito, un departamento de compliance del Barcelona compuesto por trabajadores del Barcelona pagados por el Barcelona.
Todo queda en casa. También la ética deportiva.
No dudó mucho, es verdad. Fue con la boca pequeña, es verdad. Más tarde se empeñó Laporta en nombrar una y otra vez, compulsivamente casi, a Enríquez Romero, a la limón parte activa e hijo de su padre, como autor único de los informes deportivos para el club y que son el objeto del intercambio económico, según el político-presidente. En su legítimo derecho de legítima defensa, redujo esta maraña de apariencia corrupta en un ir a la tienda a comprar el pan, aunque sea uno muy caro y fuera de mercado. Se empeñó Laporta, decía, en mencionar una y otra vez al señor Enríquez Romero, como si Negreira no fuera el titular de Dasnil 95, la empresa con la que le facturaba al club azulgrana por esos informes arbitrales de vergonzante redacción y escaso folio, que podían costar entre dos y cuatro salarios mínimos. Cada uno.
Fue, no obstante, la única explicación plausible. En lo demás puso los barcos al frente. Se sacó del bolsillo de pronto a la UEFA, al Real Madrid, a Franco, a Tebas, a la catalanidad y al abandono que ha sufrido, consecuencias de una estratagema comunicativa propia de un partido político que trata de evitar que se hable del asunto que teme lanzando fuegos de artificio a su alrededor.
Sorprendió, en primer lugar,, por sobrada y por babosa, la mano en la espalda que arrulló Laporta sobre Ceferin en un arrastrarse de épicas proporciones, en un peloteo que casi provoca el vómito, entre cuyas líneas podía leerse una súplica desesperada: No nos echéis de la Champions League. Los misiles hacia la máxima organización europea del fútbol los reservó el político-presidente para LaLiga. Tebas fue, por contra, acusado de fomentar la campaña de descrédito como venganza porque el Barcelona no aceptó el acuerdo entre la competición y el fondo CVC, como si una investigación formal de la Fiscalía por supuesta corrupción del estamento arbitral fuera tan sólo un capazo de tweets escritos por bots en un almacén de Armenia.
Luego llegó el turno de azuzar a los perros con un pedazo sangriento de carne. Tras pasar al ataque con Tebas y con LaLiga, el político-presidente, máximo mandatario de la institución deportiva más protegida por un gobierno autonómico de todo el país, acusó al Real Madrid de “cinismo sin precedentes” al personarse en la causa como acusación particular. “A ver si el Madrid no se ha aprovechado nunca de errores arbitrales”, pensó Laporta, como si eso, siendo verdad, estuviera al mismo nivel que ser investigado por unos sospechosos pagos al número 2 del Comité Técnico de Árbitros durante más de quince años.
No faltó a la cita Francisco Franco. Era el esperpento que faltaba: esgrimir que el Madrid era el equipo del Régimen (¿?) casi cincuenta años después de que el dictador muriese. Cómo puede el Madrid quejarse, se pregunta Laporta, cómo puede si cuando Franco mandaba, ganaban por decreto. Si robaron 14 ligas en sus 36 años de yugo mientras que el Barça sólo ganó 8. Si era el equipo del régimen, esgrime el político-presidente sólo horas antes de que la portavoz de la Generalitat comparezca ante los medios para solicitar a un equipo de fútbol de otra comunidad autónoma que retire un vídeo de sus redes sociales (¿?). El equipo del régimen.
El político-presidente, más político-presidente que nunca, ya más político que presidente, si me apuras, esgrimió después el erosionado concepto de catalanidad. Mientras Laporta trataba de jalear a las masas y de azuzar a sus perros contra todo y contra todos, encendiendo el ventilador frente a la mierda, situándose en el papel de víctima perseguida una vez más por el simple hecho de ser catalán (¿?), el resto de españoles, catalanes o no, observábamos atónitos cómo el Barça se defendía de forma tan grosera del entramado de corrupción que mancha para SIEMPRE al mejor Barça de SIEMPRE. Y que pone en duda, por cierto, la limpieza de la competición, el dogma que nos sienta en la grada cada domingo.
Y se quejó Laporta también de sentirse solo. Dijo que habría agradecido que algún presidente le hubiera llamado. Para darle ánimos, supongo. ¿Te imaginas? Hola, Joan. He sabido que os acusan de intentar sobornar al número 2 del Comité Técnico Arbitral. Vamos, de intentar mangarnos al resto. De conseguir ventaja pagando, Joan. Mucho ánimo, Joan, fuerza. Confío en ti, Joan. ¿En qué universo paralelo se habría producido esta conversación? Lo lógico en un mundo lógico, fuera de la mente del político-presidente, hubiera sido que Laporta llamase uno por uno a todos los presidentes para darles explicaciones, negarlo o no, decir lo que tuviera que decir, defenderse si así lo considera. Lo contrario es ponerse de nuevo el disfraz de falsa víctima, de club perseguido (¿?), azuzador de perros, manipulador de cabezas huecas, sombría parte del mayor escándalo de la historia de nuestro fútbol.
La guinda ha sido la consecuencia. Demasiado ruido posterior, fomentado también por el Madrid, ante una cuestión menor, la de cuál era el verdadero equipo del régimen. Y demasiado poco ruido en torno a unas explicaciones que aclaran poco y que casi exigen un ejercicio de fe en el político-presidente y en la limpieza de una competición que es deporte y es industria, con todo lo que eso conlleva y arrastra.
Día del libro 2023: libros de fútbol
Te recomiendo leer: Hijos del fútbol, de Galder Reguera
Por qué: El fútbol es una excusa para muchas cosas. La principal, o una de las principales, es estrechar lazos con quienes más queremos. Para mí, es uno de los puntos de unión que me atan a mi padre, con el que pasé quince años yendo a ver al Real Murcia a La Condomina. También lo es para Galder Reguera, quien narra en Hijos del fútbol su amor por todo lo que tiene que ver con un balón mientras observa crecer a su hijo.
Una lectura perfecta para quien acabe de ser padre o vaya a serlo pronto.
Puedes comprarlo aquí: https://amzn.to/3AnEDjW
Te recomiendo leer: Prórroga, de Antonio Agredano
Por qué: Cuando digo que el fútbol nos une a quienes más queremos no es baladí. Antonio Agredano vuelve al mismo tema desde otra perspectiva para narrar la historia de un portero que vuelve a casa con motivo de la muerte de su padre. Su pérdida le devolverá al aroma de la infancia, al barrio y a todo lo primigenio, el momento en el que descubrió que su talento bajo palos le alejaba del sueño de marcar un gol.
Una lectura conmovedora y emotiva para quienes aún ven esperanza en el barro.
Puedes verlo aquí: https://amzn.to/3L4ImYq
Te recomiendo leer: Kafka en Maracaná, de David García, Miguel Ángel Ortiz y Marcel Beltrán
Por qué: He leído a sus autores en más de una ocasión decir que es un libro perfecto para antes de ir al baño. Quizá lo sea, no lo dudo. Añado yo que Kafka en Maracaná es un objeto perfecto para cualquier amante del fútbol, incluso para aquellos que detestan leer y que necesitan un elemento de decoración. Es un libro precioso y muy bien editado en cuyo interior florecen cuentos futboleros de toda índole con la especial salvedad de que están narrados imitando a los grandes contadores de historias del deporte rey. David, Miguel Ángel y Marcel hicieron un trabajo maravilloso vistiéndose de Galeano, Hornby, Camus, Bolaño y otros muchos para contar el fútbol y su historia desde otra perspectiva.
Es un libro perfecto para quienes buscan píldoras que paladear de a poco, ya sea antes de dormir, para leer a los más pequeños o para pasar el rato en el baño.
Puedes verlo aquí: https://amzn.to/41RGJ7f
Una cosa más:
En Leer para contarlo hemos hablado varias veces de libros y de fútbol. En el episodio 27 tuvimos a Galder Reguera precisamente y charlamos sobre algunas recomendaciones para hinchas.
Lo puedes ver aquí:
O si prefieres, escucharlo aquí:
Suscríbete (si quieres):