Con los tacos por delante #7: Los Reyes Magos no trajeron el Pokémon azul
Mis padres encargaron a sus majestades el plan B
Una de las pocas veces que mi padre me rejoneó con un alzamiento de voz casi militar de los que te meten en la cuna, te arropan y te ponen a dormir, fue cuando, días antes de la llegada de los Reyes Magos, me empeciné en que debían regalarme el Pokémon azul y no un discman. Yo quería el Pokémon azul, mis padres querían el Pokémon azul, los Reyes Magos querían el Pokémon azul, pero no quedaba un maldito cartucho disponible esa Navidad.
Mis padres encargaron a sus majestades el plan B: un discman. Me lo avisaron con tiempo: era un buen regalo, uno de esos que acabaría usando mucho, aunque ahora prefiriese el Pokémon azul. Tenían razón: mis padres me conocían entonces mejor que yo mismo.
En esa etapa empezaba a escuchar mi propia música y comprendía que un discman era una pieza interesante, pero no podía compararse, bajo ningún concepto, con el recién llegado a España Pokémon azul y así se lo hice saber a ambos de forma reiterada y quejumbrosa. Muy reiterada y muy quejumbrosa. Hasta que a mi padre se le hincharon los mismísimos y me gritó algo que no recuerdo pero que dejaba a las claras que el Pokémon azul no iba a entrar en mi casa esa Navidad. No podía ser. No había forma humana. El discman o nada.
Y el Pokémon azul no entró. Los Reyes Magos me regalaron el discman y alguna cosa más de la que no me acuerdo. Como me anunciaron mis padres, usé mucho el discman y me acompañó durante varios años.
Pude tener mi propio cartucho de Pokémon algo después. No fue el azul, sino el rojo, pues fue el primero que repusieron en El Corte Inglés y dado que la diferencia entre ambas versiones eran unas pocas especies, no objeté demasiado. Todo lo contrario. Acepté, agradecí y elegí a Bulbasaur.
Al año siguiente pedí a los Reyes Magos la edición correspondiente del FIFA. Días antes del 6 de enero lo encontré en casa y me propuse probarlo en secreto cambiando el disco por el del FIFA anterior. Sin embargo, mi madre me pilló: aún no sé cómo, distinguió el nuevo del viejo al verme jugar. Me sorprendió que no me abroncara demasiado. Quizá le valieron mis explicaciones (¿qué sentido tenía desaprovechar las vacaciones sin poder jugarlo?) o quizá entendió que me había hecho mayor.
Este año he pedido una sudadera de Scalpers y un libro, porque a mí lo que me gusta ahora no son los Pokémon, sino Scalpers y la lectura, pero daría lo que fuera por volver a llevarme el disgusto del Pokémon azul, por volver a buscar los regalos escondidos, por volver a dar el coñazo a mis padres, por volver a hacerlos enfadar un poco, por volver.
Feliz noche de Reyes.