Apetecibles y tiernos nuevos libros
Los tacos por delante #51. Miércoles, 16 de abril de 2025.
Luna Miguel, en su libro Leer mata, estremece con una frase. Dice: “cuántos libros intactos dejamos al marcharnos”. El miedo a morir nos persigue incluso leyendo.
Pienso a menudo en mi biblioteca, en su sentido de existir. Para qué acumulo libros. Quién va a leerlos después de mí. La colección es modesta y sin embargo me desespera qué harán con ellos quienes me sobrevivan. Los donarán, seguramente, y entonces serán separados y acabarán en otros sitios, librerías de segunda mano, otras casas quizá, o servirán para hacer pasta de papel con la que imprimir nuevos libros o hacer folios o yo qué sé. No estaré para verlo, ni para leerlo.
En mi biblioteca hay, sobre todo, libros que he leído sólo una vez. También hay un buen puñado de títulos que ni siquiera han sido abiertos. Sé de buena tinta que hay varios que no leeré jamás, algunos porque los compré yo en un arrebato y luego me arrepentí, otros porque me fueron regalados. Qué hacer con esas indignidades. Quizá los regale otra vez.
Hay otros libros, unos pocos en mi biblioteca, que he leído dos veces. Pero te aclaro: yo no releo. Me pregunto también por el sentido de la relectura, por qué hacerlo cuando hay tantos títulos por descubrir. Ni la literatura se salva del FOMO capitalista. Tengo una certidumbre, sin embargo: he leído pocos libros dos veces y una de estas raras y escurridizas ocasiones me brindó un momento apacible y esponjoso de lectura cálida con El pintor de batallas. Esa -casi- única relectura fue un abrazo.
Desde entonces, llegado de un lado del pensamiento, me seduce la idea de volver a lo ya leído para construir sobre imágenes antiguas. Desde el otro lado me asalta una pregunta: ¿Quién tiene tanto tiempo como para combinar la relectura con la llegada de nuevos y seductores títulos? Yo no, desde luego. Por eso me importa la gente que vuelve a los libros. Cómo lo hacen, por qué lo hacen. Laura Cifuentes, periodista, me contó el otro día que ha leído cuatro veces Cien años de soledad. Yo, cuando quise hacer una relectura de esta obra maestra, no llegué ni a la mitad. Pronto me apresaron otros libros, nuevos, frescos como huevos recién puestos, apetecibles y tiernos.
Creo fieramente que en la lectura hay un acto de subversión hacia este mundo aceleracionista plagado de pantallas y de empresas que batallan por nuestra atención mientras nos deprimimos, porque ¿quién tiene tiempo para crear si sólo hay tiempo para consumir? Ni siquiera en la lectura uno escapa de las cadenas del marketing editorial y por eso compra y lee, y compra y lee, y compra y lee. Ante esta supuesta subversión, que no es más que una forma de adaptarse al mundo mercantilista en el que pastamos, es posible que la mayor de las rebeliones sea la relectura de títulos viejos que nos hicieron felices.
Te dejo a continuación la conversación con la periodista colombiana Laura Daniela Cifuentes sobre Cien años de soledad, releer, House of cards, películas de periodistas y algunas recomendaciones de libros que quizá te sorprendan.