#22: Era más fácil cuando el negro se callaba
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Era más fácil cuando el negro se callaba
“Vinicius Jr. es un provocador”. “Es un gran futbolista que pierde los papeles muy fácil”. “Todo lo bueno de su juego lo pierde cuando vacila a los rivales, hace gestos a la grada o finge golpes y agresiones”. “Él es el problema: especialista en generar odio”. “Flaco favor le hace al Madrid”. “Demasiado inmaduro”. “Maleducado. Mal deportista. Mal compañero”.
El párrafo anterior es un collage siniestro de afirmaciones que he recopilado en Twitter en tan sólo tres minutos de este lunes postapocalíptico en el que los españoles hemos de preguntarnos demasiadas cosas. Todas fueron escritas tras el fogoso Valencia-Real Madrid que acabó 1-0 para los locales y con Vini Jr. desquiciado y expulsado, agredido e insultado, mandando a Segunda a la grada, encarándose con un idiota que le propinó un insulto racista, señalándose los testículos al salir del campo y protagonizando el enésimo y vergonzante escándalo que nos ocupa.
Las imágenes son sonrojantes. Vini Jr., pudiendo callarse, pudiendo evitar el conflicto, pudiendo dejarlo correr, decide no callarse, no evitar el conflicto, no dejarlo correr y enfrentarse a quienes le están llamando “mono” y “puto negro”. Al menos a algunos de ellos. No fue un hecho aislado: ya desde la previa, cuando el Madrid llegó a Mestalla, se oyeron cantos racistas en contra del brasileño. Al paso del autobús, en el camino entre el mismo y el estadio, en el calentamiento y durante el partido. ¿Quién, en estos casos, provoca a quién?
No es la primera vez. Se ha convertido en una moda peligrosa atizar a Vini Jr. y no sólo por su condición de estrella de nuestra liga, como en su día lo fueron Cristiano Ronaldo, Messi, Neymar, Ronaldinho o Zidane, sino también, y sobre todo, por tener un color de piel distinto. Me causa curiosidad que el clima antiVinicius sólo se haya generado en España: he visto la mayoría de partidos del Madrid en Champions League y no recuerdo un comportamiento ni siquiera parecido por parte de las gradas de Glasgow, Manchester, Liverpool, Londres… ¿Es el brasileño, entonces, un provocador o sólo vale este argumento cuando juega en territorio nacional? Esta campaña, LaLiga ha denunciado en nueve ocasiones insultos racistas en partidos del campeonato doméstico. De esas nueve, ocho han tenido como objetivo a Vinicius Jr. Ocho de nueve.
El brasileño es un jugador explosivo. Su personalidad se asemeja mucho a su fútbol: veloz en la arrancada cuando tiene que desbordar a su lateral y cuando tiene que recriminarle una patada. Valiente al encarar y al protestar una y otra vez cuando le empujan y le tiran. Por todo eso le insultan, como si ser una persona reactiva, como si ser una persona de veintidós años reactiva, no fuera óbice para llamarle negro de mierda. Pero Vinicius provoca, dicen algunos, no como sus compañeros Rüdiger, Camavinga, Mendy o Alaba, también negros pero no negros de mierda porque en primer lugar no acaparan tantos focos, porque en segundo lugar no son el mejor jugador del mundo en su puesto y en tercer lugar porque no se quejan tanto, porque no montan el pollo cada vez que un energúmeno les llama negro de mierda desde la grada o desde los aledaños del estadio al paso del autobús.
Hay quienes aducen, sin pudor alguno, que todo es culpa de Vinicius. Que él lo genera con sus maneras cuando no está el balón en juego o tras recibir una patada de quienes no pueden pararlo ni dibujando una diana en sus tobillos. Le señalan por quejarse o por hacer aspavientos, algo que nunca debe servir para justificar un comportamiento racista en su contra. Todavía hay quienes piensan que el brasileño debería corregir sus formas en el campo y seguramente lo haga con el paso de los muchos años que le quedan de carrera. Recordemos que tiene veintidós años tanto para la fragancia que desprende su atrevimiento como para los errores que puede cometer por el impulso de la lógica inmadurez de alguien que aún está por hacerse hombre.
Supongo que son todos ellos, los que le responsabilizan y los que le acusan de provocar una ola de racismo contra sí mismo, quienes creen que sería mejor que Vini Jr. evitara el conflicto y lo dejase pasar una y otra vez en su beneficio y en el de su equipo. Son los que todavía piensan que todo era más fácil, también ir al fútbol, cuando el negro se callaba.
Te recomiendo leer:
Hombres y mujeres, de Haruki Murakami
Por qué: Acaban de concederle el Premio Princesa de Asturias de las Letras, que es casi un galardón de compensación ante las innumerables veces que ha estado en las quinielas para el Nobel de Literatura. El japonés aglutina millones de fans en todo el mundo pero el gran reconocimiento de la academia sueca se le resiste.
Hoy te recomiendo un libro suyo que, quizá, no sea el más conocido ni el más reconocido pero que a buen seguro te dará ratos de paz y de lectura amable. Se trata de Hombres y mujeres, un compendio de siete relatos sobre tipos inmersos en diferentes estadios de soledad antes, durante o después de aparecer en su vida alguna de las mujeres que sirven de contrapeso a las historias que compone el autor japonés.
Uno de estos relatos, Drive my car, que abre el libro, ha sido llevado al cine. Te hablo de ella a continuación.
Te recomiendo ver:
Drive my car, de Haruki Murakami
Por qué: Diversos críticos señalan que se trata de una ‘obra maestra’. Su cartel de premios así lo atestigua. Versa sobre un actor y director de teatro que necesita un chófer por un problema de salud. Ese chófer será Misaki, una joven extraña e introvertida con la que poco a poco establecerá la confianza suficiente como para desvelarse alguno de los secretos que arrastran sus misteriosas vidas.
Basada en un relato de Haruki Murakami que puedes leer en Hombres sin mujeres.
La playlist de jazz de Haruki Murakami
Por qué: Murakami es un melómano musical. Todos sus libros están plagados de canciones por todos sitios, lo cual les confiere una capa extra que levantar, descubrir y disfrutar.
En esta playlist, Pijama Surf recopila todas las canciones de jazz de su libro ‘Portrait in jazz’.
“Si no quieres acabar en un manicomio, abre tu corazón y abandónate al curso natural de la vida.” Haruki Murakami.
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